Día Nacional del Biólogo 2021, conmemorativo al natalicio del Prof. Marcano
Acto con motivo del Día nacional del biólogo 2021. Jardín Botánico Nacional. Ponencia de Carlos Suriel, del Museo Nacional de Historia Natural “Prof. Eugenio de Jesús Marcano”.
Distinguidas autoridades y amigos del Jardín Botánico Nacional “Rafael Ma. Moscoso”: su director, Ing. Pedro Nolasco Suárez Espino, y su subdirector, Lic. Francisco Jiménez; organizadora del acto, colega Elizabeth Séptimo. Apreciados colegas y amigos presentes. ¡Saludos afectuosos!, principalmente a los biólogos en su día.
Por nueva vez nos convoca la celebración del Día nacional del biólogo, instituido por el Poder Ejecutivo en el año 2008, mediante el Decreto 215, haciéndolo coincidir con la fecha del natalicio de Eugenio de Jesús Marcano, sobre quien me han pedido que también hable en este acto. Dado el diseño de la actividad, con el poco tiempo disponible, necesariamente tendré que limitarme a algunas pinceladas, y con ese fin he escrito algunas notas. Marcano fue un dominicano ejemplar, destacadísimo naturalista; formador de generaciones de dominicanos por más de 50 años. Nació el 27 de septiembre del 1923, en Licey al Medio, provincia Santiago, cuando todavía estaban en suelo dominicano los soldados invasores de los Estados Unidos de Norteamérica, y cuando aún se sufrían los efectos del caos y la violencia de las luchas caudillistas, y en algunos casos de simples bandas armadas. Sin embargo, la violencia y las tensiones políticas imperantes no impidieron que Marcano, el niño campesino, se extasiara con la vegetación, la fauna y los fósiles, una pasión que lo acompañaría hasta sus últimos días de vida. De Marcano hay mucho qué decir, y pienso que no sería buena idea repetir aquí, densamente, lo que ya muchos de ustedes han escuchado o leído. Se puede encontrar bastante información en la web, y específicamente en la página Eco-Hispaniola: biografía, reconocimientos, aportes y varias semblanzas, entre ellas una que publicó quien habla, el pasado año, titulada “Eugenio de Jesús Marcano Fondeur: el naturalista nacional”. Por eso, mejor voy a intentar conectar algunos tópicos sobre los biólogos y la biología, en el contexto de la celebración de este día, con breves pasajes de la vida y la obra de Marcano.
Comencemos hablando un poco de la biología y los biólogos en su día. La biología, con algo más de 200 años, si contamos desde que comenzó a ser denominada como tal, es por su propia definición una ciencia tan compleja que resulta difícil definirla muchas veces, siendo más complejo y difícil todavía definir su objeto de estudio. Hace pocos días conversábamos sobre esto en el Museo, cuando espontáneamente me salió preguntar ¿y qué es un biólogo?, ¿qué es la biología? Una de las tantas definiciones vagas que se ofrecen es “la biología es la ciencia que estudia la vida en todos sus aspectos y manifestaciones”, así dicen algunos libros. Pero, sucede que la vida, o lo vivo, tiene tantos aspectos y se manifiesta de tantas formas que la biología se ha ido dividiendo en una cantidad ya inmanejable de áreas o especialidades, con abordajes y metodologías diferentes, y hasta con vocabularios muy distintos. El filósofo español Gustavo Bueno y su escuela del Materialismo Filosófico critican lo que denominan el mito de “la ciencia”, y explican que “la ciencia” así en general, no existe, que es un mito, que existen las diferentes ciencias, cada una con su campo y su metodología. Y no se trata simplemente de una sutileza en el uso del idioma, sino que este concepto vacío de “la ciencia” encierra contenidos metafísicos y se vincula con el llamado “fundamentalismo científico”. Aunque estos pensadores no hablan del “mito de la biología”, pienso que su razonamiento es aplicable en nuestro caso, y que quizá “la biología”, así en general, haya pasado a constituirse también en un mito. Quizá sea más ajustado hablar de “las ciencias biológicas”, cada una por su nombre. Esto solo para comenzar a despejar el camino, ya que seguirían las dificultades, puesto que son muchísimas las ciencias biológicas, y algunas de ellas muy diferentes; y la vida o lo vivo no siempre es un campo unificador neto de todas ellas. Hoy día resulta muy difícil para un biólogo tener un mínimo conocimiento del panorama de conjunto de las ciencias biológicas. La especialización en las ciencias biológicas supera por mucho a la que tienen las demás ciencias. Creo no equivocarme si afirmo que a un físico, a un químico, o a un sociólogo, para no dejar fuera de los ejemplos a las ciencias sociales, le resulta más fácil que a un biólogo tener este mínimo conocimiento de conjunto en su respectiva ciencia. Digamos que al biólogo se le ha hecho muy difícil ser biólogo. Este sería un tema de conversación y discusión en otro espacio, desde luego, pero es muy importante que lo hagamos en algún momento, este tema podría llevarnos a discutir pertinentes modificaciones en el plan de estudio de la licenciatura en biología de República Dominicana, entre los puntos a incluir estaría el tema de las menciones.
Un camino obligado para un científico de hoy, y para un biólogo en particular, es tener bien definido su campo de especialización, pero sin abandonar nunca el estudio de las bases generales, al tiempo que no dejar de asomarse a la ventana para ver mínimamente lo que pasa en el resto de las disciplinas. Esto exige mucha dedicación, me dirijo especialmente a los jóvenes presentes. Y si hablamos de dedicación, qué mejor ejemplo que Eugenio de Jesús Marcano; su dedicación la emuló de Ramírez con el estudio de los fósiles y de su maestro Jiménez Almonte con el estudio de la botánica, quien a su vez siguió los pasos de Moscoso, primer botánico dominicano. Moscoso, Jiménez Almonte, Ramírez y Marcano son ejemplos de vidas consagradas a sus estudios. En el caso de Marcano, es bien sabido que se dedicó con mucha disciplina a la botánica, la entomología, la paleontología y la geología; esta dedicación fue muy vehemente, desde muy joven hasta su muerte. A partir de 1955, cuando es nombrado en el Herbario de la Universidad de Santo Domingo, en calidad de Curador, al mismo tiempo que profesor de botánica en la Facultad de Farmacia de esta universidad, y de botánica y entomología en el Politécnico Loyola, de San Cristóbal, dispuso de menos tiempo para la geología y la paleontología, se dedicó fundamentalmente a la botánica y la entomología. Todos conocían al Marcano de la botánica y la entomología, pero no tantos conocían al Marcano de la geología y la paleontología. Sin embargo, antes de venir a Santo Domingo, ya Marcano se había comprometido mucho con el estudio de las formaciones geológicas terciarias del Valle del Cibao y especialmente con sus fósiles. Había iniciado leyendo las publicaciones de Ramírez “Descripción de algunos moluscos del Mioceno del Valle del Cibao de la República Dominicana”, “Paleontología Dominicana” y “Léxico Estratigráfico de la República Dominicana”, pero no solo leyendo, sino caminando los campos en busca de los fósiles, caminó muchas veces los mismos sitios donde se ubicaban las localidades tipo de esas formaciones geológicas, recolectando sus fósiles y rocas, observando y anotando. Él iba constantemente de los libros al campo y a la lupa, a los objetos de su estudio, observando e interviniendo, y de estos volvía a los libros. Este era el tipo de ciencia que hacía Marcano, el que hizo siempre, y que enseñaba. El tipo de ciencia que le inspiró Eugenio María de Hostos a Moscoso. Marcano no hablaba de plantas, insectos o fósiles que no hubiera observado y manipulado antes. Es muy conocida su frase “la mejor manera de aprender es viendo las cosas después de leerlas en los libros”. Nunca abandonó esta dedicación disciplinada a la geología y la paleontología, siempre sacaba algo de tiempo para estas. Treinta años después de haber comenzado el compromiso que se hizo con el estudio de esas formaciones geológicas y sus fósiles, publicó “El Conglomerado Bulla” (1980) y “Formación Cercado: una de las tres formaciones valederas del Mioceno en el Valle del Cibao” (1981); luego agregó “Formación La Isabela, Pleistoceno temprano” (1982), en coautoría con el geólogo Iván Tavares, y “Moluscos fósiles de la formación Arroyo Blanco” (1994), en coautoría con Consuelo Martínez, su esposa, compañera en sus estudios y madre de sus hijos. Esta es la dedicación que los biólogos debemos tomar como ejemplo y sobre la que invito a reflexionar en este día.
En el Día Nacional del Biólogo de este 2021, después de esta conexión con Marcano que acabamos de hacer, deberíamos continuar hablando, aunque sea mínimamente, sobre el estatus del conjunto de las ciencias biológicas y de los biólogos; su valor social, en cuanto a su importancia y sus aportes. En particular, la situación del biólogo dominicano, de frente a temas tales como el mercado laboral, el desempleo, los bajos salarios, el plan de estudio y las oportunidades para estudios de postgrado. Son muchas perspectivas posibles y no habría tiempo en este evento ni de mínimamente desarrollar estos temas de uno en uno. De manera que paso a hacer un resumen y a exponer lo más importante, teniendo que mezclar algunos de estos tópicos, lamentablemente.
Los biólogos han desempeñado importantes papeles de impacto en la sociedad desde hace más de dos siglos. Su trabajo ha sido clave en el desarrollo de investigaciones en los campos de salud y alimentación: la técnica de desarrollo de vacunas, la obtención de medicamentos y la biotecnología alimentaria, son tan solo unos pocos ejemplos de aplicación a partir de esos conocimientos.
La revolución genética, o revolución del ADN y ARN, ha colocado a la biología en un sitial especial en la sociedad de hoy, de mayor relevancia que aquél alcanzado por la física en el siglo XX. La decodificación de genomas, principalmente del genoma humano, ha dado lugar a una impactante revolución tecnológica, quizá la más importante que hemos conocido. La transgénesis y la clonación, y sus múltiples aplicaciones en medicina, agricultura y zootecnia, son magníficos ejemplos en este sentido. Pero el mejor caso lo tenemos en el presente, con el desarrollo de vacunas de ARNm contra el virus del Covid 19, aplicación técnica basada en conocimientos alcanzados en el ámbito de la biología molecular y la bioquímica.
Pasando al conjunto de los temas ambientales, como podríamos llamarle a toda esta problemática desarrollada principalmente en las últimas décadas a nivel internacional, vemos que los biólogos y su quehacer se han colocado en un primer plano, los biólogos ofrecen pautas sobre bases científicas de frente a problemas como las plagas que afectan los bosques y cultivos, la contaminación de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad. Son los biólogos un sector profesional de referencia y consulta obligadas. Tenemos, por ejemplo, la incidencia que ha tenido la introducción de especies exóticas invasoras en la pérdida de diversidad biológica, llegando a ser considerada como una de sus principales amenazas y compitiendo en tal sentido con la fragmentación de los hábitats. Y lo pongo como ejemplo, en el contexto de esta justificación, porque es un tema surgido y desarrollado desde el ámbito del quehacer de los biólogos. Nadie hablaba de las especies invasoras y sus daños antes de los biólogos, y esto es así porque el cuerpo de conceptos que posibilita este abordaje corresponde a la biología: competencia interespecífica, hibridación genética, exclusión competitiva, biogeografía de islas, etc., son conceptos de las ciencias biológicas.
Pero esta problemática ambiental no solo tiene a los biólogos como referencia y fuente científicas obligadas, sino que también los tiene participando en las luchas, no ya tanto en la condición de científicos como de ambientalistas, o ecologistas. Si examinamos esos conflictos ambientales dominicanos y las luchas que han suscitado, en el pasado y en el presente, ahí encontramos a los biólogos tomando parte muy activa. Y nuevamente es posible, en este tema, hacer la conexión con Marcano, a quien hay que reconocer como un indiscutible defensor de la biodiversidad de República Dominicana. Él nos dio pautas con varias ponencias y folletos, algunas de las cuales afortunadamente se conservan en su texto. Una de estas fue “Influencia del Hombre sobre la Evolución de las ´Zonas de Vida´ en la República Dominicana”, una conferencia que ofreció Marcano en la Academia de Ciencias el 25 de julio de 1977, se puede conseguir en la web. ¡Este es un documento excelente!, invito a leerlo. Comienza con una breve descripción de algunas de estas zonas de vida (en la nomenclatura de Holdridge), pasa a compartir una importantísima experiencia que él tuvo con los campesinos de El Bejucal, en San José de Ocoa, con quienes compartía, una experiencia que permite ver cómo Marcano se adentraba en la vida y la problemática de los campesinos; y sigue con una recopilación bibliográfica atinadamente seleccionada que nos permite ver cómo la vegetación fue cambiando en diferentes sitios del país desde el siglo XIX, como consecuencia de la intervención humana. Pero lo que más deseo destacar ante ustedes, de esta conferencia, es que Marcano, ya en 1977, a propósito de su intercambio con los campesinos de El Bejucal, nos describe y denuncia ante el país, los problemas más importantes que afectaban el medio ambiente en ese tiempo, los cuales siguen incidiendo hoy: el daño que hacían los latifundistas, al no respetar la biodiversidad en sus inmensas extensiones de tierra, el daño que hacían los aserraderos en los bosques de las montañas; cómo las granceras estaban secando muchos ríos dominicanos, también denunciaba Marcano las leyes y otras disposiciones oficiales mal concebidas, que provocaban un efecto opuesto a lo que se buscaba, así como las iniciativas desacertadas de la entonces Secretaría de Agricultura, como esa de un proyecto de semillas de papa en el vallecito La Nevera, de lo que hoy es el Parque Nacional Valle Nuevo.
El cambio climático, y sus consecuencias, es un tema de primer orden en la agenda oficial de casi todos los países y de muchas organizaciones de la sociedad civil. Al consultar la literatura especializada sobre el tema, así como los programas y planes de acción de los países, de frente a sus acuerdos y compromisos, encontramos que uno de los ejes obligados es “biodiversidad y cambio climático”. Aquí se abordan temas propios de las ciencias bilógicas y de los biólogos, como la fenología, es decir, los cambios en los ciclos biológicos de las especies, en su desarrollo y en las migraciones en relación con el clima, y cómo estos ciclos se han visto modificados por el calentamiento global; el desplazamiento de zonas de vida y la extinción de especies, también relacionados con el calentamiento del planeta; estos son temas abordables científicamente desde diferentes campos de las ciencias biológicas.
Desde 1992, con la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la sostenibilidad ambiental se ha propuesto como un tema central y es un eje transversal a todos estos temas vinculados con los efectos del calentamiento global. Pero la sostenibilidad ambiental y el denominado desarrollo socioeconómico sostenible se interceptan inevitablemente con la biodiversidad, en sus tres componentes: de genes, de especies y de ecosistemas. Eso explica por qué en los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas, consensuados en la Cumbre del Milenio del año 2000 y comprometidos por 191 jefes de Estado y de Gobierno, uno de estos, específicamente el Objetivo 7, es precisamente “garantizar la sostenibilidad del medio ambiente”. Luego, en el 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, consensuando esta vez 17 objetivos, los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El ODS 15 manda directamente a la gestión y utilización sostenible de los ecosistemas, así como a frenar la pérdida de diversidad biológica. Sucede que una gestión sostenible de los ecosistemas, si de verdad se está seriamente comprometido, no es posible sin el conocimiento sobre el funcionamiento de estos ecosistemas; hablar de “frenar” la pérdida de la diversidad biológica sin tener conocimiento de esa diversidad, sin inventariarla, sin hacer su taxonomía y estudiar la estructura y composición de las poblaciones, es simplemente un sofisma.
Pero no hablemos ya de los acuerdos y compromisos internacionales, sino de la propia Estrategia Nacional de Desarrollo de la República Dominicana 2030 (END), instituida como Ley Orgánica desde el año 2012 (Ley 1-12). Un simple examen de ésta permite ver la gran importancia de los biólogos y sus ciencias biológicas para posibilitar su real ejecución y evitar que se convierta en un artificio más. El cuarto eje estratégico es bien explícito en el compromiso con una sociedad sostenible, en la que se debe proteger el medio ambiente y facilitar una adecuada adaptación al cambio climático; y su primer Objetivo general (4.1) es el “Manejo sostenible del medio ambiente”, y si deseamos verlo más explícito, pasemos al Objetivo específico 4.1.1. Los inventarios de diversidad biológica, los monitoreos, los estudios ecológicos de poblaciones, las estimaciones de riqueza, abundancia, densidad y distribución de especies, biomasa, intercambio energético, y otros tantos abordajes posibles desde la biología y por los biólogos, son necesarios para hacer posible el cumplimiento con la Estrategia Nacional de Desarrollo de República Dominicana; al menos que pretendamos seguir en la vieja cultura de cargar con los temas como si fuesen cajas negras, hablar y hablar de que hay que proteger la diversidad biológica solo como un discurso, cuando desconocemos esa diversidad, ni sabemos cómo funciona, y peor aún, cuando los propios biólogos silenciamos o favorecemos medidas que obstaculizan los estudios científicos de esa biodiversidad. Habría que evaluar qué se ha hecho como país, con respecto a este cuarto eje, en los 9 años de establecida esta Ley.
Es más que evidente el imperativo de que la sociedad dominicana valore en su justa dimensión, como se merecen, a las ciencias biológicas y los biólogos. Esta reclamación, nos conecta nuevamente con Marcano, quien en todos los espacios posibles reivindicaba la importancia de los estudios de nuestra biodiversidad y de nuestra geología, al tiempo que dimensionaba justamente el valor de los sujetos operatorios llamados a realizar estos estudios: los biólogos y los geólogos, principalmente. La incidencia de las ciencias biológicas y su prestigio mundial, al tiempo que la debilidad que exhiben hoy las instituciones tradicionales, como es el caso de la religión, las ha convertido en un componente fundamental para la propia legitimación del orden social. No existe un solo tema de alto interés para la sociedad de hoy que no necesite de las ciencias biológicas como referencia y fuente científicas; hasta el polémico tema del aborto.
La marcada insuficiencia de la oferta laboral para los biólogos, constatada en República Dominicana, debería ser objeto de pronta y especial atención. Hace falta un levantamiento de información sobre el número de plazas disponibles, las necesidades de nuevas plazas y los bajos salarios de la mayoría de los biólogos que están empleados. Hace falta que el gremio de los biólogos dominicanos asuma estos temas. Pero al margen del tema laboral, está también la situación relativa a las oportunidades para estudios de posgrado de los nuevos egresados de la licenciatura en biología. Estas oportunidades son muy limitadas o inexistentes, es una vergüenza. Mantener estos temas en la agenda, seguir exponiéndolos y discutiéndolos, después de 55 años de la creación de la licenciatura en biología, es la mejor manera de seguir conmemorando la fecha del natalicio de Marcano y el Día Nacional del Biólogo. ¡Gracias!
Carlos Suriel
Encargado del Departamento de Investigación y Conservación,
Museo Nacional de Historia Natural “Prof. Eugenio de Jesús Marcano”.
Editor de Novitates Caribaea, revista científica semestral.
Santo Domingo, D.N., 27 de septiembre del 2021.